Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo reinaba en
cierta parte de Oriente un rey llamado Sheram.
En una de las batallas en las que participó su
ejército perdió a su hijo, y eso le dejó profundamente
consternado. Nada de lo que le ofrecían sus súbditos lograba
alegrarle.
Un buen día un tal Sissa
se presentó en su corte y pidió audiencia. El rey la aceptó y
Sissa le presentó un juego que, aseguró, conseguiría divertirle y
alegrarle de nuevo: el AJEDREZ.
Después
de explicarle las reglas y entregarle un tablero con sus piezas el
rey comenzó a jugar y se sintió maravillado: jugó y jugó y su
pena desapareció en gran parte. Sissa lo había conseguido. Sheram,
agradecido por tan preciado regalo, le dijo a Sissa que como
recompensa pidiera lo que deseara.
– Sissa, quiero recompensarte dignamente por
el ingenioso juego que has inventado —dijo el rey. Di la
recompensa que te satisfaga y la recibirás.
– Soberano —dijo Sissa—, manda que me
entreguen un grano de trigo por la primera casilla del tablero del
ajedrez.
– ¿Un simple grano de trigo? —contestó
admirado el rey.
– Sí, soberano. Por la segunda casilla,
ordena que me den dos granos; por la tercera, 4; por la cuarta, 8;
por la quinta, 16; por la sexta, 32…
–
Basta —le interrumpió irritado el rey—. Recibirás el trigo
correspondiente a las 64 casillas del tablero de acuerdo con tu
deseo: por cada casilla doble cantidad que por la precedente.
Pero has de saber que tu petición es indigna
de mi generosidad. Al pedirme tan mísera recompensa, menosprecias,
irreverente, mi benevolencia. En verdad que, como sabio que eres,
deberías haber dado mayor prueba de respeto ante la bondad de tu
soberano. Retírate. Mis servidores te sacarán un saco con el trigo
que solicitas.
Sissa sonrió, abandonó la sala y quedó esperando
a la puerta del palacio.
Por la mañana comunicaron al rey que el
matemático mayor de la corte solicitaba audiencia para presentarle
un informe muy importante. El rey mandó que le hicieran entrar.
El rey escuchaba lleno de asombro las palabras del
anciano sabio.
– Dime cuál es esa cifra tan
monstruosa —dijo reflexionando.
– ¡Oh, soberano! Dieciocho trillones
cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro
billones setenta y tres mil setecientos nueve millones quinientos
cincuenta y un mil seiscientos quince.
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ACTIVIDADES DE LA LECTURA. PARA EL LUNES DÍA 24
(COMENTARIO EN EL BLOG)
- ¿Cuántos granos habrá tras 8 fichas de ajedrez?
- ¿Cuantos habrá tras 12?
- ¿Qué operaciones has realizado para solucionar las dos preguntas anteriores?
- Investiga un poco: Todas las leyendas tienen su parte de verdad y su parte de mito. Pero seguro que encuentras algo. ¿Podrías decir en qué país ocurren los hechos que se narran?